OPINIÓN

La Comuna; El Centenario del portesgilismo de gobierno

José Ángel Solorio Martínez

El 5 de febrero de 1925, tomó protesta como gobernador de Tamaulipas, Emilio Portes Gil (EPG). Esa fecha, bien podría ser recordado como el inicio en la región, del proceso de concreción –en el mundo real– de las conquistas de la revolución mexicana de 1910-1917. Antes de EPG, los tamaulipecos sólo tenían encomiosas referencias –de oídas– de los avances sociales, políticos y económicos en otras latitudes.
Antes de 1925, los gobiernos estatales, cambiaron para seguir siendo iguales: el porfirismo, permeó en toda la estructura de poder, trascendiendo con cierta facilidad los vuelcos de la revolución; la Constitución de 1917, fue un documento inaplicable en la entidad: los articulados fundamentales como el 123, respecto a la regulación de las relaciones entre el capital y el trabajo, el 3 sobre la Educación y otros, eran desatendidos impunemente por las élites y los aparatos gobernantes.
Con la llegada del obregonista, Portes Gil, el paisaje sociopolítico tamaulipeco cambió: inició el reparto de tierras, el equipamiento del tejido educativo, se legisló un Código laboral e inició el proceso de democratización de la comarca, convirtiendo el voto popular en instrumento para la instauración de los aparatos de poder.
Los académicos, han conceptualizado el control político de la entidad de 1925 –llegada de EPG al Ejecutivo estatal– a 1947 fecha en que el gobierno federal, decidió mediante la desaparición de poderes en la entidad, desplazar de su legítimo cargo al gobernador, Hugo Pedro González,.
Esa voz de los investigadores, es parcialmente cierta.
Es cuestionable, esa percepción.
Hay que promocinar la discusión, para ofertar nuevas explicación a nuestros viejos problemas historiográficos.
Realmente, el movimiento encabezado por el abogado victorense –Pedro Alonso Pérez, tiene otros datos: afirma que realmente es dominicano– señalado como portesgilismo, tuvo dos facetas: el portesgilismo social, y el portesgilismo de gobierno. El primero, debe referirse a su notable participacion –bastante protagónica, pero poco referida– en la revolución proletaria en el sur tamaulipeco, que lo hizo actor fundamental en los movimientos de los trabajadores petroleros y portuarios.
Esa expresión capitaneada por EPG, inicia desde 1919, con la huelga de la Pierce Oil Corporation. Esa fecha, se inauguró como preso político: el presidente Carranza, luego de reprimir el paro de los petroleros –hubo muertos y heridos, en la Plaza de la Libertad–, para cierrar el ciclo del portesgilismo social, con su participación en la exitosa huelga de la Compañía Petrolera de El Águila en julio de 1924.
Es decir: el portesgilismo proletario –para llamarlo de otra forma– tuvo su esplendor de 1919 a 1924. Nunca, Tamaulipas, había vivido tan interesantes y trepidantes días de disputa –ni los ha vivido hasta hoy– entre el capital y el trabajo.
Del portesgilismo de gobierno, no hay duda: da comienzo el 1925 con su conversión a gobernador de Tamaulipas para cerrarse el año de 1947, con el desmantelamiento de de la mayor parte de la urdimbre de autoridad articulada en casi treinta años de militancias en las filas obreras y en las trincheras políticas de la región y la nación.
Tan relevante fue la práxis política de EPG para el país, que se convirtió en el segundo tamaulipeco –el primero fue Manuel González– en ser presidente de la república en 1928, tras la muerte del caudillo, Álvaro Obregón.
El próximo año, se cumplirán 100 años de la emergencia como gobernante del tamaulipeco más relevante en la política mexicana.
Hay que recordarlo.
Y bien.
Pocos tamaulipecos como él, han hecho tanto por nuestra ciudadanía.

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