OPINIÓN

La Comuna; El Código del Trabajo de EPG

José Ángel Solorio Martínez

El 1925, Tamaulipas dio a conocer a los obreros y empresarios, que se podía dar cauce institucional, a los conflictos laborales. El abogado Emilio Portes Gil, gobernador del estado, había logrado lo impensable: que la fuerza de trabajo y el capital, se pusieran de acuerdo; y frente a un mediador –el gobierno– se sentaran en la mesa de las negociaciones y dirimieran sus diferendos, provocados por desequilibrios salariales.
Testigo de trepidantes luchas sindicales, –sobre todo en el sur de Tamaulipas– Portes Gil, entendía las dinámicas generadas por las tensiones entre el capital y el trabajo. Entendía lo costoso que resultaba para el empresariado y los trabajadores la no reglamentación de pactos y acuerdos entre las fuerzas productivas.
Él había vivido largas y fatales experiencias.
(Cómo olvidarlo; él había sido aprehendido).
El 1919, la huelga de la Pierce Oil Company, en la que murieron nueve obreros y resultaron presos más de una docena de trabajadores, le resultaría de grande aprendizaje.
La ausencia de preceptos legales que mandataran a empresarios y trabajadores, sus derechos y obligaciones derivó en acciones que obligaban en la intervención del Estado en forma por demás brutal ante la inexistencia de la reglamentación del artículo 123 de la Constitución.
Ante los vacíos jurídicos, los empresarios expandían su poder.
Cuestionaban incluso el poder establecido. Los grandes empresarios, hacían valer el poder de su fuerza económica para ningunear a los gobernadores, y alcaldes, que eran los comisionados para arbitrar los problemas laborales.
Los magnates petroleros –patrones más poderosos de la región– no solo achicaban la autoridad del poder público; también se regodeaban de violentar la ley al argumentar su inexistencia.
Y tenían razón.
El artículo 123 Constitucional, era un precepto –en este escenario– sujeto a la correlación de fuerzas de los actores en conflicto.
Portes Gil al avizorar tal contradicción, ya como gobernador, convocó a empresarios y obreros, a ordenar tal circunstancia. Es así como el recién electo gobernador del estado reunidos empleadores y trabajadores, firmaron el Código Estatal del Trabajo en 1925.
Se establecía de esa forma, el acuerdo entre capitalistas y fuerza de trabajo, aceptar como mediador en todos los convenios, al Estado.
De esa forma todos los diferendos deberían tomar el camino de la ley y aceptar el arbitrio del gobierno.
A casi cien años de la promulgación de esa trascendente ley, bien vale la pena recordarla.
Como también es prudente, rememorar que esta legislación es parte destacada de la Ley Federal del Trabajo.
Y que es inseparable del esfuerzo de los trabajadores tamaulipecos.
Mucho tendremos que agradecer a Portes Gil, esos cambios en la legislación local que impactaron grandemente en las leyes del país.
Sin la colaboración de los trabajadores petroleros, electricistas, choferes, tranviarios, panaderos, y demás gremios obreros, poco hubiera hecho por la nación Emilio Portes Gil.

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